Colecta: El Exterior

Nerviosos los hermanos caminaron entre los túneles subterráneos, temerosos de lo que en el exterior pudiesen encontrarse y al mismo tiempo impacientes por el mundo exterior al fin poder observar. Sus pasos detuvieron frente a una puerta que marcaba el final de su camino y el comienzo de su “misión”, soltando un fuerte suspiro los pequeños alfa y beta buscaban valor en sus adentros para continuar, para encontrar la felicidad de su padre ellos debían traer a aquellos maldecidos por el destino. Decididos a acaparar la atención del creador, abrieron esta puerta saliendo al mundo de los hombres.

Era muy noche ya, todo estaba tan obscuro, apenas un par de luces alumbraban las deshabitadas calles de la ciudad, todo estaba en silencio perpetuo, ni siquiera el sonido de los autos se escuchaba.

- Esto es… - dijo uno en murmullos mientras pegaba su cuerpo al de su hermano algo temeroso – El exterior – termino la frase el otro pegándose también a su hermano mostrando el mismo sentimiento que este.

Era totalmente diferente a o que esperaban, no era luminoso, ni calido o como los libros lo describían, aunque tal vez esto se debía a que ellos pensaban que era de día. Si todo lo que había leído era mentira no tenia que temer, debían mostrar valor y cumplir el deseo de su padre para que solo los viera a ellos.

Decididos, tomaron lo que estaba mas a la mano con lo que pudieran defenderse, que en este caso fueron un par de tubos, y se dirigieron a las calles buscando algún humano, encontrándose, tras mucho tiempo de buscar un hombre de edad avanzada quien no parecía estar muy bien de salud por la forma en la que se movía, estaba borracho, aun así servirá para sus propósitos así que sin dudarlo ambos es movieron sigilosos hasta donde el se encontraba para atacarlo por la espalda, golpeándolo fuertemente con los tubos que hacia unos momentos habían tomado hasta dejarlo inconsciente.

- Eso es todo – dijeron al unísono en susurros mientras lo observaban en el suelo – ¡hay que llevarlo! – Dijo Alfa – rápido, rápido – Dijo Beta – o alguien nos vera – Dijeron al mismo tiempo en murmullos.

Se prepararon para llevarse al hombre inconsciente pensando que en cierto modo todo había salido bien para ser su primer trabajo, aunque en realidad habían tenido mucha suerte, desafortunadamente paresia que esta suerte se les había acabado pues a lo lejos se escucho un sonido que rompió con el silencio que hasta ese momento había predominado, era el sonido de pasos… alguien se aceraba.

La maldita niebla otra vez. Parecía absorberlo todo, devorar ansiosa a quien se atrevía a penetrar en las calles de la ciudad. Muchos días ni siquiera el intenso sol del verano lograba dispersar por completo la espesa bruma. Aun con ello, hacia tiempo que se había acostumbrado al velado paisaje y los escasos días en los que podía ver claramente por donde ponía sus pasos, casi la echaba en falta. Aspiró profundamente, olía a humedad densa, pegajosa que penetraba por sus pulmones y la empapaba desde el interior.

Había tanta quietud en el lugar que lo único que se oía era el sonido regular de sus pasos calmos, y a lo lejos, débilmente, el eco que generaban. Mas un quejido lastimero quebró el silencio.

Betel se puso en guardia, buscando con la mirada la procedencia del sonido, a la vez que su mano derecha viajaba hacia la empuñadura de la katana que portaba a la espalda. Era difícil ver algo en esas condiciones, pero creyó oír un murmullo sofocado a su derecha, a no muchos pasos. A su derecha, no muy lejos de un portal, casi pegada a la pared del edificio, distinguió un borrón oscuro de lo que parecía ser la silueta de varias persona. Se acerco con cuidado, hasta que sus ojos lograron distinguir a quienes estaban delante: dos muchachos desconocidos de rasgos idénticos que sujetaban entre ambos a un hombre semiinconsciente y del que parecía haber surgido el lamento.

-¿Que estáis haciendo con Berem?- preguntó alarmada a los gemelos. Había reconocido al hombre, era un viejo comerciante que poseía una pequeña tienda de antigüedades en El Pasaje Scarlete, a no mucha distancia de su herrería. No eran amigos, aunque habían hablado muchas veces y siempre había sido amable con ella. Aunque no parecían ladrones corrientes, la forma en que llevaban al viejo y la actitud que tenían no dejaba de ser altamente sospechosa.

El constante sonar de las pisadas acercándose alerto inmediatamente a los gemelos, que ingenuo fue pensar que el trabajo seria tan simple, tal vez fue mucho esperar que nadie se enteraría de lo que hacían. El daño estaba hecho, ahora era inevitable la confrontación. Sus manos entrelazadas se estrujaron con aun mayor fuerza, en un intento por tomar valor para hacerle frente a lo que se acercase, no sabían que esperar, jamás habían puesto un pie en el mundo exterior.

Apresuraron sus movimientos, procurando así llegar a la entrada por la cual habían salido, no tenían mucho tiempo aquel quien producía aquel sonido se acercaba cada vez mas rápido, hasta que, de un momento a otro, una sombra se alcanzo a distinguir a lo lejos entre la niebla. Se trataba de un ser no muy alto, incluso podría ser de la misma estatura que los gemelos, tampoco se trataba de alguien muy pesado, sus pasos delataban que se trataba de alguien relativamente frágil.

- Ya esta aquí – musitaron observando fijamente aquel ser espectral oculto entre la niebla.

Entonces este finalmente mostró su rostro, en ese momento la tensión que había predominado en los gemelos hasta ese instante se desvaneció. Desconcertados los jóvenes lies se voltearon a ver el uno al otro, ¿Que clase de broma era esta? Era a ella la causante de todo, la que provoco tanto nerviosismo y expectación… si, definitivamente se trataba de una broma de mal gusto.

Ambos, Alfa y Beta, enfocaron su mirada una vez mas en los grisáceos orbes de la mujer, sin responder a sus interrogantes, mostrando ambos una expresión que denotaba ingenuidad. Giraron ligeramente sus cabezas a un costado y solo sonrieron angelicalmente.

- ¿Berem? – Pregunto alfa volteando a ver a Beta quien seguía con la mirada fija en la chica de obscuros cabellos. - ¿De quien se trata? – Dijo ahora Beta al viento girando su cabeza para así poder ver a su hermano mientras este, al mismo tiempo y en total sincronía, regresaba la mirada a la otra – ¿Se refiere al “maldito”? - preguntaron en el mismo instante, bajando la mirada para observar al hombre que intentaban llevar hasta su padre.