Historia
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“Hace mucho tiempo, entre las sombras y la oscuridad, nació una tierra llena de desesperanza y lamentación. La llamaron Noir, nación de los olvidados, ciudad sin lógica ni tiempo en donde jamás se ha visto el sol. Aquí hablar de pasado o futuro carece de sentido, pues ambos comparten un mismo espacio, formando un solo conjunto.
Por siglos, esta tierra permaneció deshabitada, reinada únicamente por el silencio, hasta que un día apareció él. Era un ser sin nombre ni recuerdos, que vagó por las calles de Noir descubriendo en ellas un mundo demente, sórdido y sin sentido. Desde su llegada, recorrió las tierras de ese reino acompañado únicamente por su soledad, convirtiéndose en dueño y señor de esa ciudad sin esperanza, emperador de un imperio olvidado y sin súbditos que acompañaran el eco de sus pasos.
Y así tan de repente como fue su llegada a este reino, el emperador notó su propia soledad y calló más hondo en las garras de la desesperanza. Afligido, intentó de todo para llenar ese vacío, notando el lento marchitar de su corazón con cada nuevo fracaso, la soledad carcomiéndolo por dentro hasta acabar con la poca cordura que aún le quedaba.
Desesperado, el rey de aquel reino maldito se encerró en el castillo, internándose en las profundidades, buscando encontrar algo de paz mientras la demencia lo devoraba sin descanso. Fue entonces cuando empezó a escuchar la voz, susurrante, atrayente, causando un aleteo extraño en su corazón a medida que hablaba, endulzando su existencia mientras lo guiaba por los pasadizos del castillo, por las empinadas escaleras, hasta que lo condujo a la torre mas alta, en donde la voz lo aguardaba, oscura y temible, esperando a que él abriera las puertas
Allí, arropado por su locura y las ansias de no estar solo nunca más, comenzó a crear criaturas que le hicieran compañía, pero nunca eran bastantes, nunca le satisfacían completamente. Así que por largo tiempo pobló aquel lugar de sus creaciones, a cada cual más imperfecta que la anterior. Pero ahora se sentía acompañado, la soledad que sentía antes ya no era tan grande, así que continuó creando nuevos seres, inspirándose en libros fantásticos donde se describían criaturas de ensueño, dignas de los cuentos de hadas, o terroríficas, habitantes de los cuentos de terror.
A estos últimos seres los llamó Líes, y ellos lo nombraron a él Padre, acompañándolo como era el deseo de este. En un principio aquello pareció funcionar, el rey de aquel lugar lleno de desesperanza sentía que se mitigaba algo su dolor, pero con el tiempo aquel triste consuelo no fue suficiente.
Afligido, volvió a aislarse de todos, teniendo como compañía aquella voz que tiempo atrás le había guiado hasta la torre, y que ahora entre susurros y palabras amorosas, prometiéndole estar siempre junto a él y eliminar la soledad que sentía tan clavada en su corazón, lo instaba a cometer otra locura. Y entonces, ciego de esperanzas febriles dichas con voz llena de candor, mando a sus hijos a la ciudad sobre la suya, en la superficie, a la tierra que la voz le había dicho era distinta a Noir, llena de gente maldita, y de la que podría obtener lo que necesitaba para que estuvieran juntos: sacrificios.
Siguiendo las órdenes de su Padre, algunos Líes comenzaron a rondar en secreto las calles de Keres, la ciudad maldita, en busca de humanos que llevar a las profundidades de Noir para ser sacrificados cuando llegue el momento, comenzando en la ciudad una nueva tragedia que sería difícil de olvidar”
Ahora que lo sabes, será mejor que cuides tus pasos y desconfíes de hasta tu propia sombra, mi pequeño niño. No me perdonaría que sufrieras lo mismo que él, no quiero perderte a ti también…
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