4° Designio: Esparcimiento

A pesar de los acontecimientos actuales, todo estaba por demás tranquilo, como si el invierno hubiera enfriado o detenido la inevitable desgracia que se acercaba, desde hacia un tiempo no había incidentes sobrenaturales en la ciudad, los “Lies” estaban desaparecidos, tal vez aquel hombre a quien seguían con tanta lealtad había cambiado... O quizás se preparaban para algo mucho más grande y terrible. Cual fuese la situación no había mucho que hacer, tan solo esperar pacientes a que algo, cualquier cosa, comenzara.

Lo mas normal para un observador como lo es Hansel, seria esperar sentado esperando a que las cosas ocurrieran, sin hacer nada mas que esperar, sinembargo esa nunca ha sido su idea de diversión, de echo le parecía algo de lo mas tedioso, por lo que, en los pocos momentos de libertad que tenia se iba a la biblioteca, donde podía descansar, despejarse y leer sin pensar en sus obligaciones o lo que estuviera por venir.

Entonces, por las razones antes dichas, encontramos a Hansel, caminando por entre los anaqueles de la biblioteca, con una gran pila de libros entre los brazos buscando aun mas libros que pudiera leer en su preciado momento de recreación.

Había dedicado casi toda su vida a estudiar cualquier fuente que le pudiese dar información sobre lo que acabara con la vida de sus padres hace ya tantos años. Lie, esa fue la palabra utilizada por su madre para referirse al oscuro y amenazante ser. Esa breve palabra fue su guía. Descubrió que los libros que su madre había dejado, estaban llenos de referencias a esos seres y las circunstancias de su creación. Aprendió todo lo que le era posible de los "lies", pero aun a pesar de sus esfuerzos desconocía muchas cosas. Al principio la motivación de su investigación había sido la venganza, la necesidad de saber todo de quien había acabado con la vida de su familia, para así encontrarle y destruirle. Pero a medida que leía entre los polvorientos tomos, un nuevo sentimiento se aferró en su interior, colándose silenciosamente como si de una larva se tratase. Curiosidad. Aquel sentimiento se derramo en su corazón mezclándose con las ansias de vendetta.

Pero la pequeña biblioteca de su madre ya no podía aportar nada más, sabia todo cuando había en ella, y a pesar que había realizado anteriormente algunas incursiones en la biblioteca de la ciudad sin apenas frutos, decidió regresar con la esperanza de encontrar algunas respuestas entre sus muchos volúmenes.

Así que allí estaba, buscando entre las altas estanterías algún libro que le pudiese servir. De casualidad entrevió entre las hileras de libros la silueta de un chico, quizá algo mas joven que ella. El muchacho llevaba gafas de sol en pleno invierno, aquello desentonaba con lo que uno esperaba encontrarse en una biblioteca, por lo que se le quedo mirando con una media sonrisa en el rostro. Era un poco cómico.

Ya era muy grande la pila de libros que sostenía entre los brazos a punto tal que llegaban incluso a obstaculizar su vista. Por un momento, y solo un momento, le paso la extraña idea en la cabeza de que tal vez, debía dejar algunos de aquellos libros que tanto deseaba leer para poderse mover con mayor facilidad, pero como ocurría con la mayoría de sus ideas, el pelinegro termino por hace caso omiso y seguir con su camino.

Al final, tras caminar en círculos entre los estantes termino por detenerse en el medio de un pasillo, con la única explicación posible a su falta de orientación: el destino tenia algo preparado para el, un encuentro fortuito con alguien mas quien necesitaba de su ayuda. Aunque una mejor explicación seria que no podía ver a donde iba por la cantidad de libros que llevaba, pero claro, esa idea no paso ni remotamente por su cabeza.

Giro su cabeza de un lado al otro procurando ver por entre los libros y los estantes aquello que el destino le tenía preparado, mas al final su vista no alcanzo a distinguir a nadie. Curiosamente, justo frente a el se encontraba una chica pelinegra, quien hacia unos momentos había estado observándolo pero claro, el no lo había notado, si hubiera avanzado unos cuantos pasos mas habría impactado con ella pero gracias a su suerte aquello no paso.

- ¿Quien eres? – Pregunto sutilmente al viento, con su rasposo tono vocal tan característico de el que hacia que muchos pensaran que el se encontraba con alguna infección en la garganta. No sabia exactamente a quien le hablaba, siquiera había visto a la chica frente a el, se podría decir que todo fue una gran “coincidencia”.

Bajó de la escalerita en la que estaba subida al escuchar la ronca voz. El chico parecía tener problemas con la montaña de libros que llevaba entre sus brazos. Este apenas veía a su alrededor pues la pila que llevaba opacaba sus ojos, seguramente terminaría por tropezarse y armar un buen follón. Se acerco suavemente a él. El chico era mucho mas alto que ella por lo que tuvo que ponerse de puntillas y estirarse lo más que pudo para tomar con sus manos los ejemplares que estaban en la cima, dejando el rostro del moreno al descubierto.

-Buenas... me llamo Betel. Ya puedes ver.- sonrió débilmente, con timidez, colocándose los gruesos libros bajo el delgado brazo. La chica era mucho mas fuerte de lo que parecía a simple vista, por lo que no tuvo problemas para sujetarlos.

- Ten cuidado o te caerás. ¿Te ayudo?- tan cerca del chico se sintió como una insignificante pulga, apenas sobrepasaba su pecho, a pesar de que, como confirmo al observarlo de cerca, este parecia tener unos pocos años menos.

Sorpresivamente, de un momento a otro, aquellos valiosos libros que obstaculizaban su mirada desaparecieron despejando el panorama, permitiéndole ver a la pequeña que se encontraba frente a si, quien momentos después se presento con el nombre de “Betel”, nombre que por cierto no parecía serlo, mas bien era alguna especie de apodo extraño, aunque el no era nadie para juzgarla.

Su mirada através de los lentes recorrió el cuerpo y rostro de la morena como si estuviera indagando en su persona en busca de “algo” aunque seguramente para ella seria algo incomodo. Cuando termino cerró los ojos y solo soltó un profundo suspiro negando con la cabeza respondiendo a su ofrecimiento, ¿porque el destino quería que se encontrara con tan peculiar persona?

- Si lo haces, tendré que corresponder - Fijo la mirada una vez mas en el rostro de esta “desconocida” persona, mientras susurraba una respuesta que rompió un corto rato de silencio que se había formado entre los comentarios de Betel y los propios.

No era que quisiera ser constante con sus palabras o su forma de actuar, pero debía serlo por el tipo de profesión que llevaba, aceptar ayuda de otros significaba pagarles el favor en algún momento u otro por muy insignificante que fuese esta ayuda y pagar favores no era propiamente redituable para su “negocio”.

A pesar de que las gafas obstaculizaban la vista de los ojos del joven, sintió el intenso escrutinio que hacían sobre su persona. Se le escapo otra sonrisa timida y bajo la cabeza, ocultando la cara, pero como a él no parecía importarle demasiado el hecho, aprovechó para fijarse también, aunque evitó mirar directamente hacia donde, tras las lentes, se encontraban sus ojos. Esperó durante varios segundos una respuesta y cuando por fin la halló, fue bastante desconcertante.

-Uhm, no es necesario que hagas nada. Dime donde quieres que te los deje. Solo para que no te estorben y puedas ver por donde vas.- dijo dubitativa. No estaba segura de si le habia molestado al intentar ayudarle, por lo que espero un gesto o una respuesta de asentimiento antes de nada.

Su respuesta lo dejo ligeramente desconcertado, ¿que era lo que se suponía debía hacer en esa clase de situaciones? No muy comúnmente se encontraba con una persona sin saber la razón de su encuentro, por ello mismo no estaba del todo seguro como debía comportarse frente a otras personas, nunca lo criaron para ello.

Cerró los ojos y bajo ligeramente la cabeza, indagando en su memoria la mejor de las resoluciones sin mucho resultado, supuso que lo mejor seria permitirle hacer lo que quisiera y después pagar la ayuda como le fuese posible. Tal vez con información, información no tan valiosa que pudiese serle de utilidad.

Regreso la mirada a la pequeña notando algo que le pareció curioso en varios sentidos, ¿Porque no lo veía a los ojos? En otras circunstancias seguramente le hubiera dado algo de importancia pero en ese momento no estaba trabajando así que término por no prestarle mucha importancia en ese momento no parecía un detalle del todo importante. Inclino ligeramente la cabeza, desviando la mirada hacia la izquierda viendo a través de los anaqueles una de las muchas zonas de lectura de la biblioteca ubicada frente a un gran ventanal, indicándole muy a su manera que ese seria un buen lugar.

- Necesidad… no, Deber – Comento en susurros usando un tono vocal que denotaba seriedad, empleando ese timbre tan rasposo característico de su persona, el era así difícilmente podía comportarse de otro modo, aparte estaban en una biblioteca, no podía hablar muy fuerte.

Enarcó una ceja aun mas desconcertada por esta respuesta que por la anterior. No tenia mucho sentido aquello que decía el chico, por lo que ignoro abiertamente su respuesta. Tampoco sabia que contestarle. Suspiro quedamente. Vio el gesto del muchacho y sin decir mas, se volvió, dándole la espalda, trotando ligeramente por el pasillo hacia la sala de lectura. Poso los libros en una de las mesas de madera barnizada, procurando depositarlos con delicadeza, evitando hacer ruido.

Betel ya no solo tenia la sensación, sino la seguridad de que su presencia incomodaba de alguna forma al chico, le veía demasiado serio en un muchacho de su edad, casi tenso. No era su intención incomodarle, volvería a sus cosas mientras dejaba al moreno a las suyas.

-Bueno, encantada.-susurró usando un tono afable, aunque no le hubiese dicho su nombre ni se hubiese presentado formalmente.-Volveré con mis libros.- y no supo muy bien porque, pero le sonrió calidamente, como si pretendiese hacerle ver que no tenia que temer o preocuparse.

-Hasta otra.- dijo mientras se volvía y retomaba el camino por donde había venido. Aun debía buscar aquello para lo que había venido.

Observo a aquella chica de curiosos hábitos alejarse en dirección a la mesa de la biblioteca donde le había pedido dejara sus libros, notando ahora su muy particular forma de… ¿caminar?

“Es todo un personaje”

Pensó al verla alejarse enmarcando una ceja y mostrando una pequeña, ínfima sonrisa, en cierto modo, por su forma de ser, le hacia pensar que era aun menor de lo que aparentaba, prácticamente podría ser considerada una niña pequeña eh inofensiva. Movió la cabeza de un lado a otro, intentando alejar sus pensamientos por un momento para enfocarse en caminar hasta la mesa donde amablemente la otra había depositado los libros.

Una vez frente al mueble se detuvo y coloco suavemente sobre esta los libros que tantos deseos tenia por leer. Una vez con las manos libres giro su cuerpo y observo a la pequeña quien por cierto ya se estaba despidiendo, algo que Hansel no podía permitir que hiciera por más de una razón, la más importante de ellas: el destino. Estiro una mano y mientras esta se alejaba le tomo del cuello de su ropa y simplemente la jalo, procurando no ser brusco.

- No es tiempo – dijo fundiendo ligeramente el entrecejo y hacia una mueca con la boca similar a una sonrisa muy pequeña.

Dio por zanjada la breve conversación, por lo que no se dio cuenta siquiera de que el muchacho movía el brazo hacia ella. El agarrón la tomo por sorpresa, no esperaba que el chico la retuviese ni mucho menos. Giro el cuello buscando una respuesta, pretendiendo descifrar la expresión del rostro. Frunció también el entrecejo. ¿No era tiempo para que?

-¿No es tiempo para que?- expuso directamente sus pensamientos. Agarrada por detrás del cuello era difícil soltarse, pero dio un par de manotazos al aire en busca de la mano de Hansel, quería que la liberase para poder mirarle de frente. Mas que serio el chico estaba terminando por parecerle enigmático, con esa voz susurrante y su seriedad. Aunque al final, quizá para contrariar sus pensamientos, había esbozado apenas una sonrisa.

Sus pensamientos se vieron confirmados cuando la “pequeña” Betel comenzó a soltar manotazos al aire, cual niña pequeña, ahora mas que antes pensaba que era una pequeña niña encerrada en un cuerpo mayor. En todo caso tampoco era tiempo de juzgar a los demás, era hora de hablar de temas mas importantes y de desentrañar el misterio del porque el destino le hizo encontrarse con tan peculiar persona…

- De irse – Contesto con firmeza a su pregunta mientras la jalaba lentamente hacia su persona aun procurando no ser brusco, hasta que ella estuvo a su lado, entonces la soltó y solo señalo con la mano extendida una silla vacía, como el resto de las sillas alrededor de la mesa – Toma Asiento – pidió mientras sus pasos lo guiaban hasta el respaldo de esta silla la cual tomo y separo de la mesa lentamente, procurando mantener sus modales, mostrándose algo serio pero a la vez muy tranquilo, con una expresión muy suave y relajada.

Una vez echo esto aparto las manos de la silla y comenzó a retirar los guantes que cubrían sus manos ayudándose con los dientes, era incomodo tener los guantes mucho tiempo, en un principio podían brindarle una agradable sensación a sus manos, pero cuando se encontraba con otra persona prefería no tener nada que obstaculizara su tacto.

Miro por unos instantes la silla vacía que le ofrecía y luego a Hansel, muy fijamente, clavando la mirada como si pretendiese ver a través de las lentes. Seguía igual de enigmático y parco en palabras, no obstante decidió ocupar el asiento, soltando un pequeño gruñido. Suponía que el chico tendría algo que decir, aunque desconocía que podía querer de ella un casi desconocido.

Era consciente de que a ojos de muchos podía parecer un personaje inmaduro y excéntrico, pero estaba muy lejos de tener el carácter de una niña, solo era algo torpe, infantil y despistada. Hacia tiempo que había abandonado los juegos de muñecas y que había perdido la ingenuidad de los niños. A pesar de las apariencias el suyo era el carácter de una mujer hecha y derecha. O quizá un poco torcida... pero eso no tenia importancia ahora.

-¿Como te llamas?- preguntó, por preguntar algo. Ademas se hacia un poco raro mantener una conversación sin haberse presentado formalmente.

Una vez la joven Betel tomo asiento, Hansel se limito empujar la silla en la que ella se encontraba sentada, solo un poco, como dictaba la costumbre, después de echo esto rodeo la mesa muy lenta y tranquilamente, sin hacer ningún ruido mientras se movía, como si este fuera un espectro, paresia incluso que no estaba ahí. Tras dar la vuelta al mueble se poso justo frente a ella, tomando el lugar más cómodo para su “charla” quedando frente a ella.

En ese momento se formo un gran silencio, el pelinegro no estaba listo para hablar aun por lo que opto por no decir nada aun. Dejo sus guantes a un costado suyo, sobre la mesa, después tomo sus lentes y los retiro de su lugar mostrando sus grandes orbes azules escondidos tras un par de lentillas doradas. Cuando se sintió listo esbozo una amable sonrisa.

- llámame Hansel – contesto finalmente a su interrogante al tiempo que ponía ambas manos sobre la mesa entrelazando una con la otra, empleando al hablar ese tono típico de el – ¿Qué te trajo aquí Betel? – pregunto seriamente mostrando un semblante tranquilo, lo que menos deseaba es que ella se asustara o algo por el estilo, el sabia que podía ser algo irritante estar acompañado de su persona, su hermano se encargaba de recordárselo prácticamente todos los días.

Sonrió tontamente. Aquella escena, con el muchacho tan serio y flemático, le recordó a cuando hacia alguna travesura cuando era niña, y su padre ,diplomaticamente, la sentaba en la mesa del comedor y tenia una larga y seria conversación de lo que estaba bien y lo que no. Solo que Hansel no se parecía en absoluto a su padre y no tenia edad para una charla de esas características.

Su respuesta se la tomo con la misma calma que el chico se tomaba las suyas. Paso distraidamente los finos dedos por las hebras oscuras de su cabello antes de responder.

-Pues venia un busca de algún libro que me ayudase a saber algunas cosas.- dijo vagamente, pues dudaba que a Hansel le interesase exactamente lo que venia buscando, probablemente, al igual que la mayor parte de la gente, desconocía la propia existencia de los lies. Asi pues, no fue muy concisa, no era algo que se pudiese ir contando alegremente al primero que se encontrase uno por la calle y menos si no se quería que la tomasen a una por loca.

La mujer frente a si seguía mostrando actitudes propias de los niños pequeños, en cierto modo era refrescante encontrar a alguien con esa clase de hábitos, pues eran ellos los mas creyentes y de mente mas abierta, las platicas con los adultos suelen ser tan aburridas, más cuando hacia un trabajo para aquellos escépticos de mente cerrada que terminaban por dificultar las cosas.

Desvío la mirada al recibir su respuesta y solo cerro los ojos, esa era una respuesta muy vaga, no serviría para ninguno de sus propósitos, por lo que se vio obligado a procesar otra pregunta la cual ella pudiera contestar de manera mas especifica, así podría pagar por su ayuda y al mismo tiempo averiguar porque se la encontró en aquel lugar.

- Información... – dijo más para si que para ella rompiendo con el silencio que se había formado tras recibir la respuesta de betel. Abrió los ojos entonces clavando su mirada en los orbes de la mujer de tal forma que parecía escudriñar en su alma en busca de lo que ella deseaba saber – Si tu Deseo es saber, has una pregunta y yo responderé.

Ofreció a su acompañante en un tono un tanto misterioso, enfatizando la palabra “deseo” como si esta fuese la palabra mas importante de toda su oración. Tal vez la información que podía darle no era mucha, pues el favor que había echo no era muy grande, pero al menos estaba seguro de poder ayudarle, después de todo paresia una chica normal, ignorante de los males de su ciudad.

Era quizá el silencio que reinaba en el edificio o el efecto que hacia la luz del sol del atardecer al penetrar en la sala, pero reinaba una tensa calma entre Hansel y ella. Se reclino sobre la silla y escrutó al chico, intensamente, con sus curiosos ojos gris plomizo. ¿Que quería? ¿Que sabia? No sabia si era prudente decirle el motivo de su visita a la biblioteca. ¿Aunque que podía pasar? En el peor de los casos tomarla por una simple loca. En el mejor de ellos, quizá pudiese ser de ayuda.

-Busco “lies”. Y busco información sobre ellos.- tenia la corazonada de que el chico sabia algo, por lo general quien mas calla es quien mas sabe, aunque no siempre era así. Y tanto misterio había picado su curiosidad, solo esperaba que no la defraudase con lo que tenia que decirla. Coloco el codo sobre su rodilla, y apoyo la cara sobre su mano, acortando la distancia con Hansel, esperando con interés una respuesta satisfactoria.

Guardo silencio por largo rato, sin moverse cual estatua, tan solo pensando, procesando todo tipo de posibilidades, preguntas y teorías, era una persona curiosa por naturaleza y este “deseo” le hizo pensar varias cosas, la mayoría sin importancia. Cuando salio de su ensimismamiento solo cerro los ojos y asintió con la cabeza en modo de aprobación, era un deseo que tenia un precio aproximado al pago que le había dado.

Se paro los brazos y puso ambas manos extendidas sobre la mesa levantándose de su lugar para hacer su “magia” aunque en realidad no pretendía hacer nada que una persona normal no pudiese. Tomo sus guantes y sus lentes de la mesa y solo rodio la mesa para colocarse a un lado de la morena, haciendo después un gesto con el rostro pidiéndole le acompañara.

Metió una de sus manos a la bolsa del pantalón y de ahí saco una pequeña bolsa de cuero de la cual saco un objeto que paresia ser una pequeña piedra, esta la dejo caer al piso y entonces comenzó a caminar. A cada paso que daba dejaba caer una diminuta piedra más, de tal forma que se iba formando un rastro, era su muy particular forma de encontrar el camino de regreso cuando fuera necesario.

Se quedo tan inmóvil y durante tanto rato, que empezó a preguntarse que ocurriría si aproximaba el dedo y lo tocaba. Era posible que se deshiciese en polvo como una momia milenaria.

No perdió detalle de sus gestos, parecía pensativo, tan absorto en si mismo, que tuvo cuidado de no hacer ningún sonido al removerse impaciente en la silla para no sacarle de sus reflexiones. Alzó una ceja al ver que se levantaba del sitio y la instaba sin hablar a seguirle. Suspiro, seguía con sus enigmas, pero no dijo nada, cualquier cosa que pudiese decir o hacer para saber que se proponía el chico solamente retrasaría aun mas la respuesta. Si es que había alguna, empezaba a dudarlo. Hizo lo que le pedía y fue con el, unos pasos mas atrás, dejando que el muchacho marcase el camino por donde debían ir.

Mientras miraba su espalda, sin dejar de caminar, pensó que aquella era una situación bastante peculiar. Hansel no se había asombrado al oír la palabra lie, ni había permanecido indiferente, desconocedor de lo que significaba. Era la primera persona con la que se cruzaba que parecía saber algo sobre esos crueles seres. No lo conocía, era un extraño, pero en ese momento, con la imagen de su espalda en las retinas, decidió que confiaría en él.

No entendía la necesidad de ir dejando a su paso un rastro de piedrecillas, aunque algunos pasillos de la biblioteca eran un poco laberínticos, no había peligro en perderse eternamente en ellos. Solo era un poco difícil orientarse. Así todo se mantuvo callada, simplemente avanzando silenciosa tras Hansel y la hilera de piedras.

Paso a paso, se adentraban más y más en la biblioteca, conforme avanzaban mayor era la soledad y el silencio que los envolvían, se veía como iba cambiando el panorama, de ser libros relativamente resientes a libros antiguos y polvorosos, incluso había pasillos enteros cubiertos totalmente por telarañas, como si la estuviera guiando a una zona en el edificio que nadie hubiera usado en años. Aunque, en cierto modo, parecían estar perdidos, incluso se notaba que daban vueltas que realmente no eran necesarias, mas de una vez paso por un camino que ya se encontraba cubierto por las piedras que había estado tirando al suelo.

Al final, tras recorrer gran parte de la biblioteca un par de veces, Hansel guío a la pequeña Betel a una zona en la biblioteca que siguiera tenia luz, en la que apenas podía distinguirse el pasillo por el que estaban caminando. Finalmente, el pelinegro se detuvo en una zona donde literalmente no se veía nada, todo era penumbra. Dejo de tirar piedrillas al suelo y solo levanto una mano a un costado indicándole a la chica que lo seguía que ese era el final del camino.

Entonces con una mano “toco” literalmente las sombras que se encontraban frente a si y de un movimiento abrió lo que parecía ser una muy curiosa puerta que se encontraba frente a si oculta en la penumbra.

- llegamos - decía mientras movía su cuerpo a un costado para permitirle a su acompañante entrar primero, después de todo era su “deseo” no el de el, el ya conocía muy bien el lugar al que la había guiado, no era mas que una zona muy especial de la biblioteca restringida a la mayoría del publico.

Dieron tantas vueltas que empezó a impacientarse, andaban y andaban y no parecían llegar a ninguna parte, solo mas pasillos similares abarrotados de libros y manuscritos. Estuvo tentada a dejar caer un “¿Cuando llegamos?”, pero pensó en lo infantil que sonaría y finalmente nunca llego a pronunciarlo.

Y entonces en el lugar mas oscuro de la biblioteca Hansel la mostró la entrada. ¿La entrada de donde?, pensó. El joven no había mencionado a donde la llevaba.

-Por fin.- suspiro casi aliviada, la curiosidad la estaba carcomiendo por dentro, quería saber ya lo que fuera. Paso rauda al interior, casi de un salto, sin confirmar si Hansel seguía tras ella o no.

Enmarco una ceja al verla entrar tan impacientemente, seguramente el dar tantas vueltas la había desesperado, incluso era posible que pensara caminaban en círculos, desafortunadamente para llegar a ese cuarto, uno debía encontrarlo, era de esas peculiaridades que abundaban en la ciudad, un cuarto que nunca estaba en el mismo lugar.

Entro tras de ella lenta y tranquilamente, como eran todos sus movimientos habitualmente. La habitación era grande, espaciosa, estaba alumbrada por varios candelabros de velas, en su interior uno podía ver muchos estantes, quizás unos 20 todos llenos de libros aun más antiguos que el resto por los que habían pasado y que parecían tratar de temas bastante raros algunos incluso tenían nombres que podían sonar ridículos como: Libro de Cosas para Cosas. Este era el lugar perfecto para encontrar información de temas no muy normales o “naturales” por eso la había guiado hasta la zona prohibida.

- Encontraras lo que buscas – Afirmo cerrando la puerta tras de si, no podía dejarla abierta, era contra las reglas de la biblioteca.

Dio un paso a un costado, dejando a la vista la puerta por la que habían entrado la cual tenia gravadas varias oraciones con diferentes tamaños de letras y en diferente orden, estas se podría decir que eran las reglas de esa zona especial de la biblioteca, estas en general decían: Mantener la puerta cerrada, no tomar mas de 3 libros, no lastimar los libros para no salir lastimado, no sacar los libros del cuarto, entre otras…