Cogiendo flores

"Ésas me gustan, ésas no, ésas quizás... ¿O qué te parecen ésas de ahí?"

La esbelta figura de Koumori se recortaba contra el cielo ddespejado mientras paseaba despreocupado por un claro del jardín, moviéndose entre parterres de flores seguido a corta distancia por la traqueteante figura de su espantapájaros, que avanzaba mecánicamente entre ocasionales vaharadas de vapor, en completo silencio salvo por los contínuos cliqueteos y ruidos mecánicos que surgían de su interior. Volvió su tétrico rostro hacia Koumori y lanzó lo que podría interpretarse como una mirada expectante.

"Ya lo sé, ya lo sé, pero es que es difícil decidirse entre tantas preciosidades..." respondió Koumori con impaciencia, antes de dar media vuelta y seguir vagando de una flor a otra hasta detenerse frente a una extensa rosaleda en una de las zonas más recónditas del jardín, que había crecido casí de forma silvestre.

"Éstas son perfectas." decidió, señalándolas con el dedo, y retrocediendo un paso "Adelante."

Reaccionando de inmediato ante esa señal, el espantapájaros se movió a una velocidad sorprendente para algo de su aspecto y avanzó blandiendo su temible guadaña en un amplio arco, cortando las flores con precisos tajos. Koumori se inclinó y tomó el capullo de una de las rosas recién cortadas; de inmediato la flor comenzó a transformarse, perdiendo su color natural y tomando los colores y el brillo metálico del cobre y el latón a medidda que también se iba abriendo, hasta transformarse en una rosa metálica, en la que sus pétalos y hojas eran afiladas láminas de metal finamente moldeadas. Acarició el borde de un pétalo con la yema del dedo, insensible en apariencia al corte que se producía, y dejó caer un par de gotas de sangre en el interior de la corola.

"¿No te parece una preciosidad?" preguntó a su ayudante, que de nuevo se había detenido y le contemplaba, chasqueando sus miembros.

d quizas...

No dio muestras de haber percibido que nadie se acercaba al lugar, ni tampoco de haber oído la voz de Mitzuki, pero el espantapájaros cobró vida de inmediato y se dirigió a toda velocidad hacia ella, enarbolando su guadaña. Se detuvo en seco a su lado y la dejó caer en un golpe que cortó el aire con un silbido, deteniéndola a pocos centímetros de su garganta.

Sólo en ese momento Koumori dio media vuelta y se enfrentó a la escena con una sonrisa, como si toda la situación no fuese más que una divertida broma de salón que hubiese salido a las mil maravillas.

"Entonces, ¿no te parece extraño que se llamen rosas si son carmesíes?" le preguntó a modo de saludo, dedicándole una inclinación de cabeza.

Se llevó una mano a la barbilla, asintiendo en ademán pensativo ante la respuesta de Mitzuki, y contempló por espacio de unos instantes a la muchacha en silencio, como si la estuviese valorando. El que no hubiese mostrado temor ante el ataque del espantapájaros le hacía ganr puntos en la opinión que Koumori se formaba de ella, aunque por otra parte también la hacía ser un poco más aburrida. Se encogió brevemente de hombros, no se podía tener todo en esta vida...

"Bien, es una opinión, las he oído peores..." respondió finalemnte, acercándose a ella y tendiéndole la rosa con una reverencia "Me llamo Koumori Warai, a tu servicio." Señaló al ser mecánico, que retiró la guadaña de la grganta de Mitzuki "Y éste es mi espantapájaros, al que yo llamo mi espantapájaros... Es el nombre que mejor le pega, ciertamente."