De patrulla

El sol comenzaba a declinar sobre la ciudad y las sombras de los edificios se alargaban haciendo que las calles se sumieran en una penumbra que se acentuaba gradualmente. Los ciudadanos rehuían esas zonas y se desviaban hacia aquellas en las que aún quedaba un resquicio de luz que iluminara el lugar. Por tanto, eran pocos los que reparaban en la alta y delgada figura vestida de negro que recorría una de las calles casi desiertas en dirección a las puertas de la ciudad.

Caminaba levantando las rodillas a pequeños saltos casi por el centro de la calzada, marchando a ritmo de una melodía que murmuraba entre dientes. En sus manos, situadas a la espalda, sujetaba una guadaña en horizontal, de forma que el arma ocupaba casi toda la calle; mantenía la cabeza gacha, como si se esforzase en distinguir el empedrado que iba a pisar bajo la capa de bruma que lo cubría. La niebla se arremolinaba perezosamente en lentas espirales blancas torno a sus tobillos a cada paso que daba.

"Pop! goes the weasel." cantó de pronto en voz alta y se detuvo en seco. Plantó la guadaña en el suelo y miró a su alrededor con una sonrisa, como si admirase el paisaje de las grises y tétricas casas que se cernían sobre él, volviéndose más amenazantes a medida que la mortecina claridad del día se extinguía gradualmente.

Uh!, las calles empedradas, no eran exactamente el lugar en el que debería estar a esa hora, debería estar calientito bajo el techo de su casa tomando un rico y caliente chocolate, pero no!, ahí estaba caminando sin rumbo sólo por ir a buscar una plata que nunca encontró o que se le pasó por estar siguiendo a ese precioso gato blanco que se perdió entre la niebla. Se empezaba a desesperar, mordió su pan algo desesperado y rabiando, porque sus migas de pan estaban bajo la niebla y no lograba verlas con claridad y menos con esa niebla que ahora le estorbaba, se agachó tanteando el piso para poder sentir sus migajas, al fin pudo encontrar un rastro que siguió mientras gateaba por el piso empedrado.

Entretenido y sonriendo siguió sus migajas, sin prestar mucha atención a lo que lo rodeaba, ya había agarrado el hilo de esas migajas hasta que de pronto escucho la frase "Pop! goes the weasel." Se crispó de repente por el súbito ruido.

-¿!donde?!

Se levantó repentinamente mirando a todos lados, seguro esa maldita comadreja se había comido el resto de las migajas que se había dedicado a tirar mientras perseguía a es lindo gato blanco que había desaparecido tiempo atrás. Buscó y no encontró al dichoso animal, haciendo una rabieta bastante infantil piso fuerte en el piso y lo señaló.

-mentiroso!, no veo a ninguna comadreja!

Repentinamente su vista no sólo vio al extraño hombre, sino también a la guadaña que ahora estaba junto a él.

-que?... demonios…?

Sólo se preguntó aun señalándolo a la cara, pero mirando fijamente la guadaña con su porte serio y tranquilo.

Al escuchar la voz acusadora de Gretel, Koumori se volvió lentamente hasta quedar mirando fijamente el rostro juvenil del muchacho, o eso parecía, pues los ojos permanecían ocultos tras la cortina de cabello que los tapaba. Permaneció estático en esa posición por unos instantes, en completo silencio que de pronto fue roto al sonar un apagado maullido junto a ellos y, sin mediar palabra, enarboló la guadaña y descargó un potente golpe hundiendo la hoja en la niebla que cubría el suelo y volviéndola a alzar, teñida de rojo. Ensartado en la punta del arma un cuerpecillo peludo se debatía en los últimos estertores de vida, mientras la sangre resbalaba por la hoja y goteaba hasta desaparecer bajo la capa de bruma.

"Aquí lo itenes. ¡Derroté al rey de las comadrejas!" anunció con orgullo, adelantando la guadaña hacia el rostro de Gretel, para que pudiese contemplar aquel cadáver que aparecía de color blanco por las volutas de vapor aún enredadas en su pelaje. ¿Podía ser que fuese...?

No, no lo era, la niebla que aún lo envolvía se deshizo casi al instante y reveló que aquel cuerpo no era blanco, sino gris sucio, el gris de una rata de alcantarilla de respetable tamaño. El maullido sonó de nuevo y el gato apareció, clavando las uñas en la pernera del pantalón del Velador, tratando de alcanzar la cena que se le había arrebatado y pendía de la punta de la guadaña.

¿Le miraba? o ¿no le miraba?, era un poco dificil de decir si era así, aquel cabello sobre el rostro del tipo parado frente a él no se lo permitía, aún así le miraba fijamente, con determinación... ¿de verdad era pertinente mirarle con seriedad?, estaban hablando de asuntos meramente locos, y aun creía que merecía la seriedad de ambos. El silencio los envolvió y de pronto la guadaña hizo su trabajo, ajá!, sabia que estaba cazando a la comadreja, aunque por un instante penso que le encajaría la afilada hoja en su vientre, por ello su pie se movio en un intento de retroceder y fallar, un intento de huida que no se vio resuelto al ver que el arma se dirigía hacia la bruma, emocionado sonrió al serle mostrada la ofrenda de la tan añorada comadreja blanca, pero caso error aquel donde la bruma le hizo de disfraz expreso y que reveló una rata que aun se retorcio en un ultimo suspiro de vida ante el rostro de Gretel.

El joven chico hizo una mueca de disgusto, ¿como era posible?!, el quería a la reina comadreja, seguro era una trampa de ésta, mandando a una vil rata como su subdito a morir en su lugar, si, eso devía ser, no había explicacion alguna más logica que esa.

-que decepcionante!, se supone que cazarias a la reina comadreja!

Le reclamo a viva voz levantando los brazos como si de verdad estuviera enfadado, mirandolo con ojos molestos pero a la vez tan poco creibles que cuando se escuho el maullido del gato lo busco de inmediato, parecía que cambiaba su foco de atencion muy rapido, pero es que a esa gato lo venia siguiendo desde hace un rato y gracias a aquel hombre habia podido encontrarlo de nuevo.

-aja!, ven aqui!

Agachandose tan rápido como pudo se lanzó a la pierna del desconocido, atrapando al gato y de pasoa la pierna del otro, arrodillado alzo un poco al gato y ronroneo sonriendo mientras frotaba su mejilla contra la del gato que quería darle un acertado arañazo en el rostro para que lo sotara y lo dejara comer su cena. La sangre resbalaba hasta tal punto que goteo sobre le ocico del animal afelpado y este se relamio, degustando su delicioso sabor, la rata... el gato quería a la rata y el joven peliazul le impedía su cometido, empezo a maullar molesto, Gretel lo miro malhumorado aun atrapando la pierna del otro. Levanto el rostro y miro al desconocido ahora notandolo más alto.

-la rata, regalame la rata para darle de comer al gato, tiene hambre, quiere encajar sus afilados colmillos para desgarrar la piel y adentrarse en la carne para arrancar carne y tranqilizar su vientre hambriento.

Le miraba serio Gretel, casi de manera inocente, no le mentia, quería la rata, aquella que en primer momento le parecio desagradable y embustera, ahora le parecia un lindo regalo para que asi el gato lo quisiera a su lado por un rato más, estaba encaprichado, ¿que más podía pedir de ese hombre desconocido y... enigmaticamente curioso?

Contempló de modo apreciativo al joven que acababa de aferrarse a su pierna, como si se estuviese planteando el arrancarlo de ella usando el mango de su guadaña como palanca. Bueno, por lo menos le había liberado del gato que le clavaba las uñas en la pierna, así que podía mostrarse un poco indulgente.

"¿Rata? ¿Qué rata?" preguntó en tono de absoluta inocencia. Siguió la mirada de Gretel hacia el cadáver que aún pendía de la hoja de su arma y sonrió con malicia. "Vaya, veo que conoces el truco de la comadreja-rata..." comentó en tono de aprobación. Luego se agachó hacia el muchacho y bajó la voz hasta convertirla en un murmullo conspiratorio. "Pero ten cuidado con lo que sabes. Ellos te vigilan, nos vigilan a todos, y puede que no estén contentos con que lo sepas..."

se irguió de nuevo y con un hábil movimiento hizo girar la guadaña y lanzó al aire la rata muerta, que describió una lenta parábola en el aire para caer con un golpe seco contra la calzada de adoquines.

"Ahí tienes, yo ya no la necesito para nada..." respondió, con indiferencia. En ese momento su estómago emitió unos leves rugidos; las palabras de Gretel le habían despertado el apetito.

Gretel estrechó sus ojos cuando el desconocido le habló del truco de la comadreja-rata, wa, sabía muchas cosas, pero aun seguía siendo extraño porque no le quería dar la comida para su pequeño y felino amigo. Cuando se agachó para murmurarle algunas palabras sus orbes azules se abrieron curiosos y ciertamente sorprendidos. Su rostro volteo a verlo aun con sus ojos sorprendidos, parpadeo un par de veces y afirmo con una sonrisa en los labios, mirándolo emocionado por aquella revelación, no habría que preocuparse, el podía defenderse solo.

-me sabré defender, pero tú sabes mucho más de la comadreja-rata.

Sólo dijo, para poder ver como la sangre trazó una hermosa parábola, sonreía y cuando al final se escuchó el seco golpe del cuerpo muerto, el gato se agazapo sobre el frio cuerpo y empezó a masticar, jalar y tratar de sacar la piel y así llegar a la carne. Gretel se soltó de la pierna del desconocido para quedar acuclillado junto al lindo gato que empezaba a teñir su tierno hocico de un carmín intenso. Las palabras del otro le hicieron mirarle y sonreír mientras le agradecía, pero un ruido extraño lo hizo mirarlo directamente en el estomago, su risa se dejó escuchar divertida, tan divertida que se puso de pie y empezó a buscar por todos sus ropajes mientras reía del hambre del otro, él también tenía hambre, pero no tanta como para que su estomago rugiera.

-jajaja, gracia por la rata, pero como la rata es del gato, jajajaja, no podremos asarla para comerla nosotros, ja, ja, ja, así que... um… espera, je, je… aquí esta.

Lustrándola y limpiándola del polvo entre sus ropajes le tendió una naranja redonda y un poco opaca de color, pero despidiendo un agradable aroma a naranja madura.

-cómela, no está envenenada, me la dio mi hermano antes de que nos perdiéramos de vista, oh, pero a cambio dime tu nombre, debo saber el nombre que no debo mencionar en algunas maldiciones que hacemos a diario, no quiero maldecir al cazador de la comadreja-rata.

Mencionó con una amplia sonrisa mientras el gato blanco seguía en lo suyo, masticando y lamiendo como si fuera leche esa sangre que emanaba de la carne abierta de la rata tendida en el suelo.